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Por qué no funcionan las matemáticas calóricas

[dropcap style=»font-size: 78px; color: #ff7302;»]T[/dropcap]odo el mundo “sabe” que para adelgazar sólo hay que ingerir menos calorías de las que se consumen, y que para ganar volumen muscular sólo hay que ingerir más calorías de las que se consumen. Pero, a pesar de que todo el mundo “sabe” eso, cada vez hay más obesidad. ¿Por qué? Porque eso no es cierto.

Las matemáticas calóricas, que también podemos llamar lógica calórica, es algo tan sencillo como echar cuentas de las calorías que uno quema y que uno ingiere, y si las cuentas salen que se queman más de las que se ingieren, se adelgaza. Pero si se queman menos calorías que las que se ingieren, se engorda. Esto es tan sencillo que no funciona. Y la mejor prueba de que no funciona es que es algo muy sencillo de hacer, así que si hay tanta obesidad, es porque no funciona.[pullquote]Las matemáticas calóricas no funcionan porque se basan en datos teóricos, y porque no tienen en cuenta muchísimos factores[/pullquote]

Pero como se ha extendido tanto esa creencia, si alguien lleva a la práctica esas matemáticas calóricas y no le funcionan, le dicen que lo ha hecho mal, o que ha mentido (y ha comido más o menos de lo que ha puesto en las cuentas), y todo solucionado.

Aunque también aquí tenemos que tener en cuenta si usamos química, o no. Con química sí pueden funcionar las matemáticas calóricas, pero sin ella, no. Pero en estos casos, la realidad es que lo que funciona es la química, más que las matemáticas calóricas. Y por eso, si uno sigue las recomendaciones sobre calorías de alguien que tiene una magnífica tableta de chocolate gracias a la química, pero no usa química, los resultados será totalmente distintos.

Y, por supuesto, también se puede decir que funcionan las matemáticas calóricas en los casos extremos de gente que come poquísimo de forma habitual, logrando permanecer en niveles de delgadez extrema… pero a costa de su salud, y de tener un aspecto físico poco estético (pues se pierde masa muscular, la piel tiene mal aspecto, etc) Y en este caso también se puede decir que las matemáticas calóricas no funcionan, pues no reflejan el perjuicio para la salud que supone este estado de inanición casi crónico.

Los problemas de las matemáticas calóricas son, fundamentalmente, dos:

–          Es algo teórico. Se basa en datos teóricos, no reales, y es imposible de comprobar si en la práctica se cumple la teoría.

–          Deja muchísimos factores sin tener en cuenta.

Me explico.

¿Cuántas calorías ingiere una persona? Pues se hallan con fórmulas. ¿Cuántas calorías quema una persona? También se hallan con fórmulas. Es decir, tanto los datos de calorías ingeridas, como el de calorías quemadas, se hallan de forma teórica. Pero la realidad puede diferir mucho de esos datos teóricos. No todas las personas aprovechan los alimentos de igual manera, ni tampoco queman la energía igual. Incluso una misma persona puede variar esos datos dependiendo del día, del trabajo que haya tenido, del estrés que haya tenido, del calor o frío que haga, de las ganas con las que haya ido a entrenar, de que la actividad física la haya hecho continua, o repartida a lo largo del día, etc. Sin embargo, las fórmulas con las que se “hallan” las calorías no tienen nada de eso en cuenta. Hay varias fórmulas, y según la fórmula que se use hay que rellenar unos datos u otros, y te da un resultado… y ya está… así de sencillo… así de teórico… así de impreciso.

Pero aún más importante es el hecho de que tener en cuenta sólo las calorías deja sin tener en cuenta muchísimos y muy importantes factores. Pero para que esto se entienda bien, primero explicaré qué es una caloría… esa “cosa” de la que tanto se habla, pero que tan poca gente conoce (y nadie ha visto nunca una, por cierto). Una caloría es una unidad de medida. Concretamente, una unidad de medida de energía. Lo cual significa que las calorías son una forma de medir la cantidad de energía que poseen los alimentos, y la cantidad de energía que se quema con la actividad física y vital (pues en las cuentas calóricas una parte muy importante de las calorías consumidas la representan las consumidas sólo por mantenerse vivo). Obviamente, es importante esa cantidad de energía… pero si sólo tenemos en cuenta esa cantidad de energía estamos olvidándonos de muchísimos y muy importantes factores (que si los tuviésemos en cuenta entenderíamos que no todas las calorías son iguales). Por ejemplo:

–          Qué tipo de combustible quemamos con nuestra actividad física. No es lo mismo quemar grasa, que quemar ATP. Es más, ni se parecen los efectos de quemar lo uno a quemar lo otro.

–          Qué cantidad de cada combustible quemamos. A lo largo del día lo normal es que hayamos usado todos los tipos de combustible de los que disponemos, pero no es lo mismo haber quemado grasa casi exclusivamente, que haber agotado nuestras reservas de ATP o glucógeno, etc.

–          Qué porcentaje de lo que comemos, asimilamos. Esto es fundamental. Que yo coma 2 kilos de carne, no significa que yo sea capaz de asimilar esos dos kilos de carne. Así que convertir esos 2 kilos de carne en calorías, y meterlo en unas cuentas, es altamente impreciso e irreal. Y tampoco se asimila igual la comida si tenemos el estómago vacío, que si comemos cada dos horas. Y tampoco esto se refleja en las matemáticas calóricas.

–          De qué forma asimilamos lo que comemos. Como he dicho en el punto anterior, no todo lo que comemos podemos asimilarlo. Pero lo que asimilamos, lo podemos hacer de varias formas. Por ejemplo, no se asimila lo mismo 300 gramos de carne si se comen solo, que si se acompañan de verdura, o si se comen 2 piezas de fruta antes de comer la carne. En definitiva, cuando comemos alimentos, podemos asimilarlos como grasa, que construyan músculo, etc. Y las matemáticas calóricas no tienen nada de esto en cuenta.

–          Las hormonas. Esto es, tal vez, lo más importante que no tienen en cuenta las matemáticas calóricas. Las hormonas son muy importantes para el correcto funcionamiento del cuerpo siempre, pero aún más cuando se hace deporte. ¿Te has fijado que el doping “caro” son hormonas? Es con hormonas (artificiales, eso sí) con lo que algunos logran resultados espectaculares (tanto de volumen muscular, como de definición, como de marcas en diversos deportes). Pues bien, entre los que no usamos hormonas artificiales, las hormonas son igual de importantes, o más, pues si no somos capaces de lograr la secreción de las hormonas correctas, no nos las inyectamos, con lo que no logramos lo que podríamos lograr con esas hormonas. Por tanto, igual en la alimentación que en el entrenamiento, hay que tener claro qué hormonas se segregan y cuáles no. Ni se parece un entrenamiento en el que se quemen (en teoría, como ya he explicado) 1.000 calorías y se segregue cortisol, a otro entrenamiento en el que se quemen esas mismas 1.000 calorías teóricas, pero se segreguen hormonas anabolizantes, como la hormona del crecimiento, testosterona, o IGF-1. Desde el punto de vista de las matemáticas calóricas, el resultado será el mismo, pero desde el punto de vista de los resultados, serán completamente distinto.

–          Fibras musculares. Los músculos están compuestos, básicamente, por 3 tipos de fibras: lentas (también llamadas rojas, o tipo I), rápidas (también llamadas blancas, o tipo II-a) y super rápidas (también llamadas blancas, o tipo II-b). Los efectos de usar unos tipos de fibras no tienen nada que ver con los efectos de usar otros. Y es algo que también hay que tener en cuenta.

–          Cuestiones personales. Además de todo esto, cada persona tiene una serie de circunstancias que hacen que la alimentación y el entrenamiento no le afecten igual a unas personas que a otras. En este apartado podríamos incluir desde el tipo de trabajo o actividad física diaria, hasta cuestiones personales como los gustos en la alimentación, el carácter, las ganas con las que se vaya a entrenar, el clima que haga cuando se entrene, y un larguísimo etcétera.

 

CONCLUSIÓN

 

Las matemáticas calóricas, o lógica calórica, consisten en “contar” las calorías que uno ingiere y las que uno quema en su vida diaria y con su entrenamiento. Según esta teoría, si se ingieren más calorías de las que se quema, se engorda. Y si se queman más calorías de las que se ingieren, se adelgaza.

A pesar de que hoy en día está muy extendida la teoría de las matemáticas calóricas (incluso entre médicos y profesionales del fitness y la nutrición), la realidad se empeña en dejar claro que no funcionan. Sí pueden funcionar cuando las matemáticas se acompañan de química, pero en este caso será la química la que sea realmente efectiva, no la lógica calórica. Y también mantener un estado de inanición puede que haya quien lo considere otra forma de matemáticas calóricas que funcionan, pero en realidad no es así, porque funcionan a base de perjudicar la salud y de perder estética.

Las matemáticas calóricas no funcionan porque:

–          Se basan en datos teóricos, no reales.

–          Deja muchísimos factores sin tener en cuenta.

Algunos de los principales factores que no se tienen en cuenta en las matemáticas calóricas, y que por no tenerlos en cuenta es imposible que funcionen las matemáticas calóricas, son:

–          Qué tipo de combustible quemamos con nuestra actividad física.

–          Qué cantidad de cada combustible quemamos.

–          Qué porcentaje de lo que comemos, asimilamos.

–          De qué forma asimilamos lo que comemos.

–          Las hormonas.

–          Fibras musculares.

–          Cuestiones personales.

 

NOTA:

tras haber explicado que las matemáticas calóricas no funcionan, entiendo que adquiero la responsabilidad de explicar qué es lo que funciona. Lo que explico en los post de esta web sobre entrenamiento y alimentación, funciona. Pero, aún así, lo explico más concretamente en este post:

Lo que SÍ funciona (sin contar calorías)

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12 respuestas a «Por qué no funcionan las matemáticas calóricas»

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